En su libro “Tranquilos y Atentos como una rana”, Eline Snel menciona que hoy en día, los estudios que se interesan por los niños son cada vez más numerosos. Conciernen el equilibrio emocional, las capacidades de resiliencia, la calidad de los intercambios familiares y las capacidades de atención, especialmente en cuanto al trabajo escolar y a los aprendizajes. Por supuesto que también se ha hecho manifiesto el interés de que incluso los mismos progenitores practiquen la Atención Plena. Por lo tanto, el enseñar técnicas de Atención Plena a nuestros hijos es una idea excelente.
Evidentemente, las técnicas de Atención Plena pueden ser de gran ayuda para los niños que están estresados, dispersos, angustiados, para que vuelvan a encontrar su centro y tranquilizarse. Ciertamente, les puede permitir defenderse de los otros excesos de estimulación propios del estilo de la vida moderna (tan tóxicos para la mente, ya seamos adultos o criaturas, sobre todo si estamos expuestos a los mismos sin discernimiento y sin moderación).
Por otro lado, David Fontana e Ingrid Slack en su libro Enseñar a Meditar a los Niños mencionan que la idea de enseñar a meditar a los niños es bastante nueva en el mundo occidental, aunque en Oriente hace muchísimo tiempo que la meditación constituye una parte esencial de los primera niveles de la educación escolar, inculcando a los niños una serie de técnicas que les serán beneficiosas a lo largo de toda la vida.
Los niños son seres muy impresionables y muy abiertos a la dirección e influencia de los adultos. Aun así, cualquier intento de introducirles en la meditación se debe hacer con suma prudencia y sensibilidad y no sólo les tiene que capacitar para meditar, sino también para apreciar, por sí mismos, la utilidad de la meditación.
Esta capacidad de evaluación es la que les permitirá decidir si estas técnicas les resultan o no positivas. De entre todas las actividades, la meditación quizá sea una de las pocas en que el éxito depende principalmente de la participación voluntaria. Por otro lado, dado que cada cual tiene que trabajar con su propia mente, los niños deben tender el derecho de aceptarlo o rechazarlo según su criterio.
Te invitamos a que realices la siguiente técnica de meditación preparativa y compruebes por ti mismo sus beneficios.
Siéntate cómodamente, de preferencia con la espalda recta en una silla, en un tapete o en cojín. Cierra tus ojos y toma tres respiraciones profundas pero suaves, no te agites sólo haz como si estuvieras oliendo unas flores increíblemente aromáticas.
Luego cuenta cuantos segundos dura tu inhalación, sostén dentro el aire los mismos segundos que duro tu inhalación para luego exhalar en los mismos segundos. Realiza el ejercicio de 3 a 6 veces
Posteriormente lento y despacio comienza a poner atención al movimiento de tus cabellitos de tus fosas o poros nasales cuando el aire entra y sale por tu nariz.
Si no logras sentirlos entonces enfoca tu atención a cómo se expande y se contrae tu vientre cuando el aire entra a tus pulmones y cuando el aire sale en cada respiración.
Cuando inhalas el vientre se abulta porque los pulmones reciben el aire y el diafragma se expande y cuando exhalas los pulmones se liberan del aire y tu vientre vuelve a su forma original y el diafragma se contrae.
Pon atención por un par de minutos sólo a esa sensación, evita cuestionar el por qué, solo entrégate a la sensación.
Al final reflexiona sobre la importancia de estar atentos a los movimientos que nuestro cuerpo hace y que nuestra mente los toma como conocimiento en automático para ocultarlo.
Seamos conscientes de este movimiento, sólo así podremos pasar al otro nivel que es ser conscientes de los pensamientos.
Cuéntanos como te fue.
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